La Simulación Mental es la capacidad de nuestra mente para imaginar tomando una acción específica y simular el resultado probable antes de actuar, anticipando los resultados de nuestras acciones de mejorar nuestra capacidad para resolver nuevos problemas. Se basa en nuestra memoria a través de la percepción y la experiencia.
El modelo de la simulación mental surgió históricamente con el objeto de solucionar ciertos problemas filosóficos que la "teoría de la teoría" no podía resolver. Los dos problemas principales que los teóricos de la teoría debieron y aún deben afrontar están relacionados con el carácter teórico de la misma y con la perspectiva que utiliza para dar cuenta de los estados intencionales, a saber, la perspectiva de la tercera persona.
Gran parte del cerebro y el sistema nervioso se dedican al procesamiento de la información sensorial, para construir representaciones detalladas del entorno externo.
A través de la visión, el oído, el tacto y los otros sentidos, percibimos el mundo y nos relacionamos con él. Sin embargo, todo este procesamiento tendría muy poco valor si no tuviéramos una forma efectiva de actuar sobre él.
En algunos casos, la relación entre la entrada sensorial y la salida motora es simple y directa; por ejemplo, tocar una estufa caliente provoca un retiro inmediato de la mano. Pero, por lo general, nuestras acciones son conscientes y requieren no solo información sensorial sino también una gran cantidad de diversos procesos cognitivos que nos permitan elegir la producción de motora más apropiada en cada momento.
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